En una carta que difundió su defensa este 10 de agosto, Ismael Zambada García aseguró que no negoció su entrega con el gobierno de Estados Unidos y confirmó que fue secuestrado en Sinaloa y llevado contra su voluntad y de manera ilegal a territorio estadunidense.
Esta versión del Mayo Zambada coincide con lo revelado por la revista Contralínea desde el 29 de julio, apenas cuatro días después del secuestro ocurrido el jueves 25 de julio, aunque este líder del Cártel del Pacífico omite en su escrito identificar a los captores como agentes de la DEA [https://contralinea.com.mx/interno/semana/la-dea-capturo-al-mayo-y-al-chapito-en-territorio-mexicano/ ].
En su mensaje enviado desde una prisión en Estados Unidos, Zambada García también confirma que fue traicionado y engañado para acudir a una reunión con el propósito, supuestamente, de intermediar entre dos rivales políticos: el gobernador de Sinaloa, Rubén Rocha Moya, y el exrector de la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS), Héctor Melesio Cuén Ojeda. Este último, asesinado el mismo día que secuestraron al Mayo y de quien según este narcotraficante, era su amigo y lamenta su muerte.
En su carta difundida por su abogado, Zambada García explica que acudió a una reunión convocada por Joaquín Guzmán López, hijo de Joaquín –el Chapo– Guzmán, y a quien responsabiliza de haberlo traicionado. En dicha reunión, asegura, estuvo presente el exrector de la UAS, Melesio Cuén Ojeda, asesinado en ese mismo rancho.
A dicho encuentro, dice el Mayo, también se tenía previsto que asistieran el gobernador sinaloense Rocha Moya y el líder de la facción de Los Chapitos, Iván Archivaldo Guzmán López, quien al final decidió no asistir, y en su lugar fue Joaquín Guzmán López, el tercero en la estructura del cártel y quien se encargaba de las finanzas de ese grupo criminal.
Esta aseveración del narcotraficante Zambada García, de que Rocha Moya asistiría a la reunión de narcotraficantes, fue desmentida por el gobernador este sábado 10 de agosto, quien declaró en Sinaloa –ante la presencia del presidente López Obrador y de la presidenta electa Claudia Sheinbaum–, que era falso que él participaría en dicho encuentro.
Rocha Moya aseguró que tampoco tenía vínculo alguno con el Cártel del Pacífico y sus líderes, por lo que pidió la ayuda del presidente de la República para que intermedie ante la Fiscalía General de la República, y atraiga el caso a nivel federal del asesinato de su rival político Cuén Ojeda, y se conozca toda la verdad.
Al respecto, el presidente López Obrador dijo: “nosotros le tenemos toda la confianza al maestro Rocha, toda la confianza al gobernador Rubén Rocha, de Sinaloa. Y lo felicito porque da la cara: no dejó pasar ni un día, porque no hay casualidad: ayer nosotros en la mañana estábamos pidiendo información; al mediodía, el embajador de Estados Unidos informó sobre la versión que ellos tienen de estos sucesos [que ocurrieron] aquí en Sinaloa; y hoy aparece esta carta [del Mayo Zambada]. Y resulta que estamos aquí, en Culiacán, pues de una vez vamos hablar sobre el tema”.
Además, le mandó un fuerte mensaje a Estados Unidos, al advertir que México es un país libre, soberano e independiente donde quienes gobiernan “somos los mexicanos”. Además, le reprochó que algunos estadunidenses en el poder aún se creen “dueños del mundo” y “meten sus narices” en todos lados. Y afirmó que no le mentirá al pueblo.
Tal como lo reveló este semanario cuatro días después del secuestro, el Mayo Zambada confirma que ese 25 de julio pasado lo acompañaban cuatro escoltas a la reunión y al llegar, dos se quedaron afuera y dos más entraron con él, uno de nombre José Rosario Heras López, un comandante de la Policía Judicial del Estado de Sinaloa, y Rodolfo Chaidez, de quienes no se sabe si fueron capturados o asesinados.
Con esta declaración de Zambada, este narcotraficante confirma que contaba con la protección de la Policía Judicial del estado a través del comandante Chaidez, y la pregunta que todos se hacen es si acaso el gobernador Rocha Moya desconocía que la policía local que está bajo su jurisdicción protegía las operaciones de ese grupo criminal y porqué el Mayo Zambada refiere que también el mandatario estatal acudiría a la reunión.
Fuentes cercanas a las indagatorias comentan que, en semanas anteriores, varios elementos de la Policía Judicial del estado habrían asegurado 25 millones de dólares propiedad de Los Chapitos, lo que causó malestar de ese grupo delincuencial, que exigía a los funcionarios la devolución del dinero. Esta sería otra línea de investigación que llevan las autoridades federales.
También aseguran que se ha reforzado la seguridad del gobernador sinaloense, ante el temor de que puede ser objeto de algún atentado, más ahora que el Mayo ha declarado que fue traicionado por Los Chapitos, cuando supuestamente sostendría una reunión con Rocha Moya y Cuén Ojeda.
Zambada refiere otros datos ya revelados por Contralínea, de que su secuestro ocurrió en La Higuerita, conocida también como El Culiacancito, apenas 12.5 kilómetros del centro de Culiacán, en el rancho y centro de eventos llamado Huertos del Pedregal, justo en las afueras de Culiacán, donde se llevaría a cabo la reunión con el gobernador Rocha Moya, Cuén Ojeda y los chapitos Archivaldo y Joaquín Guzmán, programada para las 11 de la mañana de ese jueves 25 de julio.
Zambada dice que llegó unos minutos antes al encuentro y observó una gran cantidad de hombres armados que vestían uniformes militares verdes y supuso que eran pistoleros de Joaquín Guzmán y de sus hermanos, y allí mismo ocurrió su secuestro.
La carta del Mayo Zambada se difunde un día después de que Contralínea consultara al presidente Andrés Manuel López Obrador de que hasta cuándo sería prudente esperar la respuesta detallada de esta doble captura, si México cuenta con elementos para presumir la vulneración de nuestra soberanía y si es creíble la versión de que Estados Unidos no tenía información de ese vuelo, al ser uno de los países con mayor custodia de su espacio aéreo desde los atentados del 11 de septiembre de 2001. A lo que el primer mandatario respondió que el vecino país rompió la cooperación con México en este caso.
La versión de Zambada García también se da horas después de que el embajador en México diera una conferencia de prensa para asegurar que ni la DEA ni alguna otra corporación policial estadunidense participó en su secuestro, y le echó la culpa a Joaquín Guzmán López.
A continuación –y por tratarse de un hecho de interés público, que podría haber implicado la vulneración de la soberanía nacional– reproducimos la carta de uno de los principales líderes del Cártel de Sinaloa, quien se encuentra preso en Estados Unidos a la espera de su juicio:
Declaración de Ismael Zambada García
Desde que fui traído en avión a los Estados Unidos desde México el 25 de julio de 2024, ha habido muchos informes inexactos en los medios de comunicación de ambos países. En esta declaración proporcionaré los hechos reales de lo que sucedió ese día. Deseo decir desde el principio que no me entregué y no vine voluntariamente a los Estados Unidos. Tampoco tenía ningún acuerdo con ninguno de los dos gobiernos. Al contrario, fui secuestrado y traído a los Estados Unidos a la fuerza y contra mi voluntad.
Los detalles de cómo sucedió esto a continuación.
Joaquín Guzmán López me pidió que asistiera a una reunión para ayudar a resolver las diferencias entre los líderes políticos de nuestro estado. Estaba al tanto de una disputa en curso entre Rubén Rocha Moya, el gobernador de Sinaloa, y Héctor Melesio Cuen Ojeda, el ex diputado federal, alcalde de Culiacán y rector de la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS), sobre quién debería dirigir esa institución. Me dijeron que además de Héctor Cuen y el gobernador Rocha Moya, Iván Guzmán Salazar también estaría presente en la reunión.
El 25 de julio, fui al rancho y centro de eventos llamado Huertos del Pedregal, justo en las afueras de Culiacán, donde se llevaría a cabo la reunión. La reunión estaba programada para las 11:00 a.m. y llegué un poco antes. Vi una gran cantidad de hombres armados que vestían uniformes militares verdes y supuse que eran pistoleros de Joaquín Guzmán y sus hermanos. Me acompañaban cuatro agentes de seguridad, de los cuales dos se quedaron fuera del perímetro. Los dos que entraron conmigo fueron José Rosario Heras López, un comandante de la Policía Judicial del Estado de Sinaloa, y Rodolfo Chaidez, un miembro de mi equipo de seguridad desde hace mucho tiempo.
Mientras caminaba hacia el área de la reunión, vi a Héctor Cuen y uno de sus ayudantes. Los saludé brevemente antes de entrar a una habitación que tenía una mesa llena de frutas. Vi a Joaquín Guzmán López, a quien conozco desde que era un niño, y me hizo un gesto para que lo siguiera. Confiando en la naturaleza de la reunión y en las personas involucradas, lo seguí sin dudarlo. Me llevaron a otra habitación que estaba a oscuras.
Tan pronto como puse un pie dentro de esa habitación, me tendieron una emboscada. Un grupo de hombres me agredió, me tiró al suelo y me colocó una capucha de color oscuro sobre la cabeza. Me ataron y me esposaron, luego me obligaron a subir a la parte trasera de una camioneta. Durante toda esta terrible experiencia, fui sometido a abusos físicos, lo que resultó en lesiones importantes en la espalda, la rodilla y las muñecas. Luego me llevaron a una pista de aterrizaje a unos 20 o 25 minutos de distancia, donde me obligaron a subir a un avión privado.
Joaquín me quitó la capucha de la cabeza y me ató con bridas al asiento.
No había nadie más a bordo del avión excepto Joaquín, el piloto y yo.
El vuelo duró aproximadamente de 2 ½ a 3 horas, sin ninguna parada hasta que llegamos a El Paso, Texas. Fue allí, en la pista, donde agentes federales de Estados Unidos tomaron mi custodia. La idea de que me entregué o cooperé voluntariamente es total e inequívocamente falsa. Fui traído a este país a la fuerza y bajo coacción, sin mi consentimiento y contra mi voluntad.
Estoy consciente de que la versión oficial que cuentan las autoridades del estado de Sinaloa es que Héctor Cuen fue baleado la noche del 25 de julio en una gasolinera por dos hombres en una motocicleta que querían robarle su camioneta. Eso no fue lo que sucedió. Fue asesinado a la misma hora y en el mismo lugar donde yo fui secuestrado. Héctor Cuen era un viejo amigo mío y lamento profundamente su muerte, así como la desaparición de José Rosario Heras López y Rodolfo Chaidez, de quienes nadie ha vuelto a ver ni a saber nada desde entonces.
Creo que es importante que se sepa la verdad. Esto es lo que ocurrió, en lugar de las historias falsas que circulan. Hago un llamado a los gobiernos de México y Estados Unidos para que sean transparentes y proporcionen la verdad sobre mi secuestro a los Estados Unidos y sobre las muertes de Héctor Cuen, Rosario Heras, Rodolfo Chaidez y cualquier otra persona que haya perdido la vida ese día.
También hago un llamado al pueblo de Sinaloa para que use la moderación y mantenga la paz en nuestro estado. Nada se puede resolver con violencia. Ya hemos pasado por eso antes y todos pierden.
Ismael Zambada García