Durante décadas, hemos invertido millones en fortalecer el Poder Judicial federal, pero los tribunales locales quedaron abandonados, plagados de corrupción y lentitud. La mayoría de los mexicanos está atrapada en un sistema local ineficiente. ¿Por qué no diseñamos juicios simplificados para resolver conflictos cotidianos de forma rápida y accesible?

Necesitamos procesos más ágiles, que en una sola audiencia frente al juez se resuelvan problemas sin necesidad de peritajes ni largas audiencias. No todos los conflictos requieren la maquinaria judicial barroca que tenemos.

La reforma judicial actual promete cambio, pero si no fortalecemos lo local, seguiremos condenando a millones a una justicia inalcanzable. Es momento de innovar y replantear: ¿no deberíamos diseñar un sistema de justicia acorde a nuestra realidad, en lugar de copiar modelos extranjeros?